Padre e hijo brindando con botellas de cerveza en una cocina moderna, mientras la madre sonríe al fondo preparando comida.La convivencia también se nutre de momentos de unión y disfrute compartido en familia.

adolescentes y jóvenes adultos dependencia familiar y conflicto en casa

En las últimas décadas, la adolescencia se ha prolongado más allá de lo biológico. Muchos jóvenes siguen viviendo con sus padres más allá de los veinte, incluso cerca de los treinta años. No hablamos solo de dependencia económica, sino de un fenómeno social y cultural: un nuevo modo de entender la juventud, a veces acompañado de tensiones familiares, nocturnidad y roles confusos.

La adolescencia extendida

El psicólogo Jeffrey Arnett acuñó el término “adultez emergente” para referirse a ese periodo que se extiende aproximadamente de los 18 a los 29 años. Un tiempo de exploración, búsqueda de identidad y falta de definición de los compromisos clásicos: trabajo estable, pareja, hijos. En España, la edad media de emancipación roza los 30 años. No se trata solo de elección, sino también de condiciones materiales: vivienda inaccesible, sueldos bajos, inestabilidad laboral.

Viven en casa, pero con otro rol

El hecho de permanecer en el hogar paterno no significa aceptar las reglas de antaño. Padres e hijos conviven como adultos, pero no en igualdad de responsabilidades. Algunos jóvenes disfrutan de los beneficios del hogar sin corresponder con tareas ni aportaciones. Se altera así el equilibrio: los progenitores siguen sosteniendo, mientras el hijo o la hija ejerce un rol más propio de huésped que de miembro de la familia.

Ocio por delante, obligaciones detrás

Un fenómeno frecuente es la inversión de prioridades: ocio primero, responsabilidades después. Muchos jóvenes viven de noche y duermen de día, con lo que se altera el ritmo familiar. La cronobiología lo confirma: los adolescentes y jóvenes tienden a tener un cronotipo vespertino, pero cuando se extrema, aparece el llamado “jet lag social”. Estudios recientes lo relacionan con peor estado de ánimo, menor rendimiento académico y mayor irritabilidad.

Cuando el “no” no existe

Uno de los rasgos que más preocupa a las familias es la baja tolerancia a la frustración. El “no” es interpretado como ataque personal y genera respuestas desproporcionadas. Aquí hablamos tanto de varones como de mujeres. Aunque durante años se describió la violencia filio-parental con predominio masculino, en los últimos registros la participación femenina crece y se aproxima a la de los varones. La Fundación Amigó señalaba en 2023 que “las faltas de respeto son ya habituales en cuatro de cada diez hogares consultados”.

Discusión entre madre e hija en un entorno doméstico, la joven grita con los brazos levantados mientras la madre muestra sufrimiento.
La convivencia puede tensarse cuando los adolescentes y jóvenes adultos permanecen en el hogar con roles desajustados.

De la tensión al conflicto

Cuando las faltas de respeto se cronifican, se pasa de la discusión a la agresión verbal y, en algunos casos, física. No es un bullying escolar, sino un bullying hacia los padres. Este fenómeno se conoce como violencia filio-parental y tiene un impacto emocional devastador en las familias. Investigadores españoles advierten que “no se trata de un perfil único, sino de múltiples factores que confluyen: estilos educativos inconsistentes, abuso de pantallas, salud mental, experiencias adversas”.

Causas posibles

  • Estructurales: dificultad para independizarse, precariedad, dependencia económica.
  • Evolutivas: búsqueda de identidad, adultez emergente, necesidad de diferenciarse.
  • Cronobiológicas: ritmos de sueño alterados, insomnio de fase retrasada.
  • Tecnológicas: abuso de pantallas, videojuegos, redes sociales, que facilitan la nocturnidad.
  • Familiares: límites poco consistentes, falta de autoridad compartida, comunicación deteriorada.
  • Personales: ansiedad, depresión, consumo de sustancias, baja tolerancia a la frustración.

Abordajes posibles

No existe un remedio único, pero sí estrategias complementarias:

  • Terapia familiar y programas de parentalidad positiva. Estilos autoritativos (afecto con límites claros) reducen conductas disruptivas.
  • Educación del sueño. Horarios fijos de despertar, luz natural matinal y reducción de pantallas antes de dormir.
  • Higiene digital. Normas pactadas de uso de móviles, redes y videojuegos.
  • Actividad física. Mejora la regulación emocional y favorece el descanso.
  • Intervenciones psicológicas. Terapia cognitivo-conductual, programas de habilidades sociales y regulación emocional.
  • Apoyos complementarios. Estudios recientes han mostrado beneficios modestos de los ácidos grasos omega-3 en la reducción de agresividad. El mindfulness, aplicado en contextos juveniles, ha mejorado la convivencia y reducido la hostilidad.
  • Acupuntura y acupresión. Aunque la investigación en adolescentes aún es limitada, los ensayos en adultos muestran beneficios en ansiedad e insomnio, lo que puede ser de ayuda en casos de nocturnidad y tensión familiar.

Señales de alarma

  • Amenazas o agresiones físicas.
  • Daños materiales en el hogar.
  • Consumo problemático de sustancias o juego.
  • Aislamiento extremo (síndrome tipo hikikomori).
  • Síntomas graves de depresión o ideación suicida.
En estos casos es necesario buscar ayuda profesional inmediata y activar recursos especializados.

Conclusión

La adolescencia y juventud de hoy no pueden entenderse con las lentes de hace 30 años. La emancipación tardía, la nocturnidad y los cambios de valores forman parte de un contexto nuevo. Pero cuando se cruza la línea hacia el irrespeto o la violencia, es fundamental reconocerlo, poner límites y activar apoyos. No se trata de demonizar a los jóvenes, sino de acompañarlos en un camino difícil, con comprensión y firmeza, recordando que la convivencia familiar se construye entre todos.

Referencias

  • Consejo de la Juventud de España. Observatorio de Emancipación, 1º semestre 2024.
  • Eurostat. Jóvenes de 18–34 que viven con sus padres.
  • Injuve 2024. Informe juventud y emancipación.
  • Arnett J. Adultez emergente: una teoría del desarrollo.
  • Fundación Amigó. Informe violencia filio-parental 2023.
  • SEVIFIP. Definiciones y recursos de violencia filio-parental.
  • American Academy of Sleep Medicine. Guías de trastornos del sueño en adolescentes.
  • OMS. Gaming Disorder (ICD-11).
  • Metaanálisis 2024. Omega-3 y agresividad.
  • Metaanálisis 2022. Mindfulness en jóvenes y agresividad.

Por Mariano Rodríguez Pastor

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