El centro del hambre está en el cerebro
El mecanismo del hambre y la saciedad está mayormente regulado por el hipotálamo, concretamente por su área lateral. Esta glándula neurohormonal, situada en la base del cerebro, mantiene una relación directa con varios órganos productores de hormonas. Pero además de sus funciones fisiológicas, el hipotálamo también se vincula con los procesos afectivos. Por eso no es de extrañar que muchas alteraciones alimentarias —como la anorexia o la bulimia— se desencadenen tras vivencias emocionales intensas. El vínculo entre emoción y alimentación es tan estrecho como invisible.El hambre no depende solo del estómago
Múltiples factores intervienen en los centros cerebrales del hambre y la saciedad. Uno de ellos es el nivel de glucosa en sangre: cuando baja, se activa el apetito. Por el contrario, al aumentar la presión en el estómago tras comer, el organismo percibe la saciedad. Esta sensación, sin embargo, también depende del volumen gástrico: cuanto más dilatado esté el estómago, mayor cantidad de alimento será necesaria para sentirse lleno. Y a todo esto se suma el componente psicológico, como el hábito de comer a determinadas horas. Es lo que se conoce como control circadiano del apetito.Las tres hormonas clave: ghrelina, péptido YY y leptina
En este complejo sistema intervienen tres hormonas fundamentales:- Ghrelina: conocida como la “hormona del hambre”. Se segrega cuando el estómago está vacío y activa el deseo de comer.
- Péptido YY: actúa como inhibidor de la ghrelina. Se produce tras la ingesta, especialmente desde el tracto digestivo, y contribuye a reducir el apetito.
- Leptina: es la protagonista de este artículo. A diferencia de las anteriores, actúa a medio y largo plazo. Su misión es regular la saciedad y el balance energético.

Los adipocitos envían señales de leptina al hipotálamo para regular el apetito