El embarazo suele pintarse con colores brillantes: ilusión, energía, promesas de vida nueva. Pero la realidad, para muchas mujeres, no siempre se ajusta a ese retrato idealizado. Hay embarazos atravesados por miedos, cansancio y una tristeza que no se disipa con el paso de los días. Esa tristeza sostenida, cuando interfiere en la vida diaria y roba la capacidad de disfrutar del momento, tiene un nombre: depresión gestacional. Hablar de ella sin tabúes es una forma de cuidar tanto a la madre como al bebé que está por venir.
Qué es y cuándo aparece
La depresión gestacional es un episodio depresivo que ocurre durante el embarazo. El DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) la incluye dentro de los trastornos depresivos con inicio perinatal, un término que abarca tanto la etapa de gestación como el posparto. Conviene distinguirla de los cambios emocionales habituales del embarazo. No hablamos de altibajos pasajeros, sino de un estado de ánimo deprimido que persiste durante semanas, acompañado de síntomas que afectan la vida cotidiana. Puede surgir en cualquier trimestre y prolongarse si no se detecta y trata.Magnitud y relevancia
Se estima que alrededor de un 10–15% de mujeres desarrollan depresión durante el embarazo. Cifras similares se encuentran en la depresión posparto (DPP), que aparece tras el nacimiento. En ambos casos, la magnitud es suficiente para considerarla un problema de salud pública. La Organización Mundial de la Salud ha subrayado que la salud mental perinatal es clave, porque la depresión gestacional no solo impacta a la mujer que la padece: también condiciona el vínculo temprano y el desarrollo del bebé. Una madre con depresión no es una madre débil ni “menos madre”; es una persona que necesita apoyo, cuidados y acompañamiento especializado.Cómo se manifiesta
El cansancio o el insomnio son comunes en el embarazo, pero en la depresión gestacional esos síntomas se amplifican y se entrelazan con otros:- Tristeza o desesperanza constante.
- Dificultad para disfrutar incluso de aquello que antes producía placer.
- Sensación de culpa o inutilidad, a veces con pensamientos de no estar a la altura como madre.
- Ansiedad, irritabilidad y llanto frecuente.
- Cambios en el apetito o en el sueño que no pueden explicarse solo por el embarazo.
- En casos graves, pensamientos de muerte o de desaparecer.

Factores de riesgo
No todas las mujeres embarazadas atraviesan depresión, pero sí existen factores que aumentan la vulnerabilidad:- Haber tenido depresión o ansiedad antes del embarazo.
- Antecedentes familiares de problemas de salud mental.
- Falta de apoyo de la pareja, la familia o el entorno.
- Estrés social, laboral o económico.
- Embarazos no planificados o complicados.
- Experiencias previas de violencia, trauma o pérdida.
Consecuencias si no se trata
Dejar la depresión gestacional sin atender puede repercutir en la madre, en el embarazo y en el recién nacido. Se asocia a partos prematuros, bebés con menor peso al nacer y más dificultades en la lactancia. A nivel emocional, la madre puede sentirse desconectada del bebé, lo que complica la creación del vínculo inicial. Algunos estudios han mostrado que los hijos de madres con depresión perinatal presentan, con el tiempo, más riesgo de problemas de regulación emocional y de aprendizaje. Como señalan O’Hara y Wisner, “la depresión perinatal no es un episodio aislado, sino un fenómeno que puede dejar huella en dos generaciones”.Cómo se diagnostica
El diagnóstico lo realiza un profesional de salud mental, pero el cribado durante las visitas prenatales ayuda a no pasar por alto casos. La Escala de Depresión Posnatal de Edimburgo (EPDS) es una herramienta validada que se utiliza tanto en el embarazo como después del parto. Responder a unas sencillas preguntas sobre el estado de ánimo permite identificar a las mujeres que necesitan apoyo. Esta práctica debería ser parte rutinaria del seguimiento prenatal, al mismo nivel que controlar la tensión arterial o la glucosa.Opciones de tratamiento
El abordaje debe adaptarse a cada situación, siempre con respeto y acompañamiento. Psicoterapia: Es la primera línea en la mayoría de los casos. Terapias como la cognitivo-conductual o la interpersonal ayudan a desmontar pensamientos negativos, reforzar la autoestima y crear estrategias para manejar el día a día. Farmacoterapia: Cuando la depresión es moderada o grave, puede ser necesario recurrir a medicamentos antidepresivos. No se trata de una decisión ligera: requiere una valoración cuidadosa de riesgos y beneficios, especialmente durante el embarazo. Pero en muchos casos, el beneficio de tratar la depresión supera al riesgo de dejarla evolucionar. Otras intervenciones adyuvantes:- Ejercicio físico adaptado: caminar o realizar actividad suave supervisada mejora el ánimo y contribuye al bienestar físico.
- Apoyo social: grupos de madres o redes de acompañamiento reducen la sensación de soledad.
- Estimulación magnética transcraneal (rTMS): técnica no invasiva que utiliza impulsos magnéticos para regular la actividad cerebral; los estudios muestran resultados prometedores en la depresión perinatal.
- Terapia electroconvulsiva (ECT): a pesar de su mala fama, sigue siendo una opción eficaz y segura en casos muy graves o resistentes, siempre bajo supervisión hospitalaria.
Terapias complementarias
Algunas mujeres encuentran alivio con acupuntura, meditación o mindfulness. La evidencia científica aún es limitada, pero pueden servir como complemento dentro de un plan integral, siempre que se integren con el resto de cuidados médicos.Conclusión
La depresión gestacional es más común de lo que solemos imaginar. No significa falta de amor hacia el bebé ni debilidad de carácter. Significa que la madre atraviesa una enfermedad que puede y debe tratarse. Hablar de ello sin miedo, incluir la salud emocional en las revisiones prenatales y ofrecer apoyo real son pasos decisivos para reducir su impacto. Un embarazo cuidado no es solo aquel en el que se controla el crecimiento del bebé, sino también aquel en el que se acompaña a la mujer en todas sus dimensiones, incluida la emocional.Referencias
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5ª ed.). Washington, DC: APA.
- Howard, L. M., & Khalifeh, H. (2020). Perinatal mental health: a review of progress and challenges. World Psychiatry, 19(3), 313-327.
- O’Hara, M. W., & Wisner, K. L. (2013). Perinatal mental illness: Definition, description and aetiology. Best Practice & Research Clinical Obstetrics & Gynaecology, 28(1), 3-12.
- Organización Mundial de la Salud. (2022). Maternal mental health. Ginebra: OMS.
- Woody, C. A., Ferrari, A. J., Siskind, D. J., Whiteford, H. A., & Harris, M. G. (2017). A systematic review and meta‐regression of the prevalence and incidence of perinatal depression. Journal of Affective Disorders, 219, 86–92.