«Anticoagulantes orales y vitamina K: descubre cómo mantener una dieta equilibrada, controlar el INR y prevenir riesgos de sangrado o trombosis»
Introducción
Cada vez más personas siguen tratamientos con anticoagulantes orales como el Sintrom®. Estos medicamentos salvan vidas porque reducen el riesgo de trombos y embolias, pero también requieren un seguimiento cercano y una alimentación cuidada. Uno de los puntos clave es la relación con la vitamina K, un nutriente que no debemos eliminar, sino aprender a manejar con equilibrio.Qué son los anticoagulantes orales y cómo actúan
Los anticoagulantes orales clásicos, como el acenocumarol (Sintrom®) o la warfarina, actúan retrasando la coagulación de la sangre. Su objetivo es evitar la formación de trombos que podrían obstruir arterias o venas y provocar complicaciones graves como un ictus o una embolia pulmonar. Funcionan bloqueando el reciclaje de la vitamina K en el hígado, necesaria para activar algunos factores de la coagulación. Sin suficiente vitamina K disponible, la sangre tarda más en coagular.Vitamina K e INR: un delicado equilibrio
La vitamina K está en el centro del tratamiento con anticoagulantes.- Exceso de vitamina K → disminuye el efecto del medicamento, aumenta el riesgo de coágulos.
- Déficit de vitamina K → potencia demasiado el efecto del medicamento, aumenta el riesgo de hemorragias.
- El rango habitual de seguridad está entre 2 y 3, aunque cada paciente puede tener un objetivo personalizado.
Qué significa tener el INR alto o bajo
- INR alto → la sangre coagula demasiado lentamente. Aumenta el riesgo de sangrados.
- Síntomas: sangrado nasal o de encías, aparición de hematomas sin motivo, orina o vómitos con sangre.
- INR bajo → la sangre coagula demasiado rápido. Aumenta el riesgo de trombos.
- Síntomas: dolor en las piernas, dificultad respiratoria, dolor torácico o visión borrosa.

Dieta y estilo de vida: recomendaciones prácticas
El gran error es pensar que el paciente anticoagulado debe “quitar” la vitamina K de la dieta. Nada más lejos de la realidad. Este nutriente es fundamental para la salud ósea, vascular y metabólica. Lo importante no es eliminarla, sino mantener un consumo estable y constante.- Alimentos ricos en vitamina K (a moderar, pero no prohibir): espinacas, brócoli, col rizada, repollo, lechuga romana, acelgas, endibias, espárragos, remolacha.
- Alimentos bajos en vitamina K (seguros en cualquier cantidad): cereales, legumbres, patatas, frutas (excepto un consumo excesivo de kiwi), lácteos, carnes y pescados.
- Seguir un patrón de dieta mediterránea, variada y equilibrada.
- Mantener una cantidad constante de verduras de hoja verde, sin cambios bruscos.
- Priorizar aceite de oliva frente a margarinas o aceites hidrogenados.
- Tres piezas de fruta al día y frutos secos crudos un par de veces por semana.
- Legumbres 2–3 veces por semana y cereales preferentemente integrales.
- Lácteos mejor desnatados o semidesnatados, para controlar el colesterol.
Factores que pueden alterar el INR
Además de la dieta, hay otras situaciones que pueden desajustar los controles:- Medicamentos: los antibióticos reducen la producción intestinal de vitamina K; otros fármacos potencian o reducen el efecto del anticoagulante.
- Suplementos y plantas medicinales: multivitamínicos con vitamina K, ginkgo, ajo, cúrcuma o hierba de San Juan pueden modificar el INR.
- Alcohol: en exceso, altera el metabolismo hepático del fármaco.
Conclusión
La relación entre anticoagulantes orales y vitamina K no debe vivirse como una prohibición, sino como un ejercicio de constancia. Mantener una alimentación equilibrada, sin oscilaciones bruscas, es la clave para que el tratamiento sea seguro y eficaz. El seguimiento médico regular y una educación nutricional adecuada permiten al paciente vivir con tranquilidad, protegiendo su salud cardiovascular y, al mismo tiempo, cuidando huesos y tejidos.Referencias consultadas
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