La irisina es una hormona descubierta en 2012 por el equipo de Spiegelman, Universidad de Medicina de Harvard, cuyos ensayos se publicaron en la revista Nature Medicine, desde entonces juega un papel crucial en la conversión de grasa blanca en grasa marrón y en la protección contra enfermedades metabólicas y neurodegenerativas. Producida principalmente en los músculos durante el ejercicio, esta hormona ofrece beneficios físicos y mentales. Su distribución varía en función de la edad, los niveles de glucosa, sexo y el Índice de Masa Corporal (IMC), a mayor índice de masa corporal, menor porcentaje de grasa parda e irisina.

La irisina se genera a partir del gen FNDC5 en los músculos durante la actividad física, una vez liberada al torrente sanguíneo, actúa como un mensajero que comunica los beneficios del ejercicio a otros tejidos del cuerpo, especialmente el tejido adiposo. Existen formas efectivas de estimular su liberación. Ejercicio aeróbico moderado: Caminar, correr o nadar. Entrenamientos de alta intensidad (HIIT): Favorecen su activación al máximo. Ejercicio de fuerza: Impulsa la producción muscular. Terapias de frío: Exponerse a bajas temperaturas activa la grasa marrón y estimula la producción de irisina.

Además, investigaciones han demostrado que el cerebro también produce irisina, principalmente en el hipocampo, una región asociada con la memoria y el aprendizaje. Curiosamente, sus niveles en esta área aumentan con la edad, aunque disminuyen drásticamente en casos de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.

La grasa blanca es la forma predominante de tejido adiposo, encargada de almacenar energía, por otro lado, la grasa marrón contiene numerosas mitocondrias, las «fábricas» de energía de las células responsables de quemar calorías y generar calor, la irisina tiene la capacidad de convertir grasa blanca en marrón, al incrementar la cantidad de grasa marrón, aumentamos el metabolismo basal y el gasto calórico incluso en reposo, mejora la captación de glucosa en las células, regulando los niveles de azúcar en sangre y previniendo la diabetes tipo 2, tiene propiedades antiinflamatorias que mitigan la inflamación crónica, vinculada con enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

 Al reducir la grasa corporal y mejorar el metabolismo, disminuye el riesgo de hipertensión, aterosclerosis y otros trastornos cardiovasculares. Estudios recientes muestran que la irisina protege las neuronas, mejora la memoria y combate los efectos del Alzheimer. La irisina regula la actividad de los macrófagos, células inmunitarias que, en exceso, generan especies reactivas de oxígeno (ROS) y contribuyen a la inflamación crónica. Al reducir esta sobreproducción, la hormona actúa como un modulador antiinflamatorio en enfermedades metabólicas y respiratorias.

Desde la regulación del peso y el metabolismo hasta la protección del cerebro y el sistema cardiovascular, sus efectos son integrales. Adoptar hábitos que favorezcan su producción, como el ejercicio regular y una buena alimentación, es esencial para aprovechar al máximo sus beneficios. La ciencia continúa desentrañando su potencial, ofreciendo esperanza en el tratamiento de enfermedades metabólicas y neurodegenerativas.

Por Mariano Rodríguez Pastor

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