«Descubre qué es la hiperplasia benigna de próstata, sus síntomas, tratamiento y cómo la prevención puede mejorar la salud masculina a cualquier edad.»

A medida que el tiempo avanza, muchos hombres en España se encuentran con una condición que, aunque no representa una amenaza de vida directa, puede alterar profundamente su calidad: la Hiperplasia Benigna de Próstata (HBP). Esta patología, que crece en prevalencia a partir de los 50 años, representa uno de los mayores retos de la salud masculina por su alta frecuencia, pero también por el desconocimiento y los silencios que aún la rodean.

La próstata, una glándula del tamaño de una nuez en los hombres jóvenes, cumple funciones clave dentro del sistema reproductivo, como la producción de una parte del líquido seminal. Sin embargo, con el paso de los años, comienza a agrandarse de forma natural en la mayoría de los hombres. Este crecimiento, cuando no está vinculado al cáncer, se conoce como HBP. Aunque se trate de una condición benigna, su impacto sobre el día a día no lo es.

Este agrandamiento puede presionar la uretra, generando molestias urinarias que van desde un leve goteo hasta la incapacidad para vaciar completamente la vejiga. Lo preocupante es que muchos hombres conviven con estos síntomas durante años antes de acudir a una consulta, aceptando estas señales como parte inevitable del envejecimiento. Pero no lo son. Son advertencias del cuerpo que deben ser escuchadas.

La edad no debería ser excusa

Diversos estudios indican que aproximadamente la mitad de los hombres de 60 años presentan signos de HBP, cifra que asciende a casi el 90% en aquellos que alcanzan los 80. Este fenómeno está relacionado con el envejecimiento y los cambios hormonales, en particular con la testosterona y su derivado más activo, la dihidrotestosterona, que actúan directamente sobre el tejido prostático.

Sin embargo, que sea común no significa que deba ser ignorado. La hiperplasia benigna puede evolucionar lentamente, pero si no se atiende, puede complicarse: infecciones urinarias recurrentes, cálculos en la vejiga, retención urinaria aguda e incluso daño renal son solo algunas de las consecuencias posibles.

El peso de la cultura del silencio

Uno de los mayores desafíos frente a esta condición no está solo en la medicina, sino en la mentalidad. Muchos hombres evitan las visitas al urólogo por miedo, vergüenza o por el estigma que aún pesa sobre cualquier examen asociado a la salud prostática. A esto se le suma una cultura que no promueve los chequeos regulares como parte del autocuidado masculino. Y sin ese hábito preventivo, los diagnósticos llegan tarde.

Se recomienda realizar controles anuales a partir de los 50 años, o desde los 40 si hay antecedentes familiares. Estos chequeos incluyen el análisis de sangre con PSA, exploración física, ecografías y, en caso necesario, pruebas más avanzadas como la resonancia multiparamétrica. Detectar a tiempo marca una diferencia crucial no solo para descartar el cáncer, sino también para evitar complicaciones asociadas a la HBP.

Tratamientos para cada hombre

Una vez diagnosticada la hiperplasia benigna, el camino no es único. Existen diferentes tratamientos, que se eligen según el tamaño de la próstata, la intensidad de los síntomas, la edad y las condiciones generales del paciente. Algunos hombres pueden mejorar notablemente solo con medicación: los alfa-bloqueantes y los inhibidores de la enzima 5-alfa-reductasa ayudan a reducir el tamaño prostático y relajar su musculatura, aliviando los síntomas urinarios.

Sin embargo, en casos más severos o donde los medicamentos no ofrecen resultados, se considera la intervención quirúrgica. Las técnicas actuales son variadas y cada vez menos invasivas, como la enucleación prostática con láser o la resección transuretral. La elección siempre será personalizada, con un enfoque centrado en el bienestar del paciente.

La prevención también se come y se vive

Más allá de la consulta médica, el estilo de vida puede jugar un rol preventivo importante. Una dieta rica en vegetales, frutas antioxidantes, pescado azul y legumbres puede favorecer la salud prostática. Alimentos como el tomate, la granada, el brócoli, las semillas de calabaza y el té verde poseen compuestos antiinflamatorios que pueden contribuir a mantener la próstata en condiciones saludables.

Reducir el consumo de carne roja, moderar el alcohol y la cafeína, evitar los líquidos antes de dormir y mantener un peso adecuado también se relacionan con una mejor evolución de la HBP. La actividad física regular, el control del estrés y dejar de fumar completan la lista de medidas que pueden marcar la diferencia.

La ciencia aún no ha resuelto del todo la relación entre ciertos nutrientes y la salud prostática, pero lo que sí está claro es que el cuerpo responde mejor cuando se le cuida con atención y constancia.

La importancia de escucharse

Aceptar la edad con dignidad no significa resignarse al malestar. La salud masculina necesita dejar de ser un tema tabú para convertirse en una prioridad. Hacerle frente a condiciones como la hiperplasia benigna de próstata no es solo un acto de cuidado individual, sino también un mensaje para las futuras generaciones de hombres: hablar de salud no nos hace más débiles, nos hace más libres.

Es hora de escuchar al cuerpo, de mirar la prevención como una herramienta de poder personal, y de entender que cada síntoma es una oportunidad para mejorar. Porque en el silencio de lo cotidiano, la HBP avanza. Pero también lo hace la posibilidad de detenerla, si elegimos actuar.

Por Mariano Rodríguez Pastor

M. Rodríguez Dietética Acupuntura es una Web de terapias complementarias, consejos e información, tratamientos naturales, trabajamos para mejorar su salud, disciplinas terapéuticas Acupuntura MTC, Auriculopuntura, Naturopatía, Homeopatía, Iridología, Dietética y Nutrición, las alteraciones tratadas frecuentemente están relacionadas con la patología del dolor, trastornos de tipo nervioso y nutrición.