- Incremento de los niveles de azúcar en sangre, asegurando energía rápida en momentos de necesidad.
- Inhibición del sistema inmunológico, para destinar más recursos al manejo del estrés inmediato.
- Regulación de la inflamación, controlando la respuesta inmunitaria para evitar daños en los tejidos.
- Mantenimiento de la presión arterial, al equilibrar los líquidos y electrolitos en el cuerpo.
- Mañana: entre 5 a 25 µg/dL.
- Tarde: debe ser menor a 10 mcg/dL.
- Aumento de peso (especialmente en el abdomen).
- Piel fina y frágil.
- Hiperglucemia (azúcar alta en sangre).
- Hipertensión arterial.
- Fatiga extrema.
- Trastornos del sueño.
- Depresión y ansiedad.
- Fatiga crónica.
- Pérdida de peso involuntaria.
- Hipotensión (presión arterial baja).
- Náuseas y vómitos.
- Hipoglucemia.
- Desequilibrio electrolítico.
- Reducir el estrés y la ansiedad.
- Mejorar la calidad del sueño.
- Regular la función endocrina y nerviosa.
- Salmón, sardina y atún: Ricos en omega-3, ayudan a reducir la inflamación y mejorar la respuesta al estrés.
- Naranja y fresa: Altas en vitamina C, que es crucial para reducir la producción excesiva de cortisol.
- Nueces: Fuentes de magnesio y grasas saludables, esenciales para el sistema nervioso.
- Aceite de oliva: Rico en antioxidantes, combate el estrés oxidativo que acompaña a niveles altos de cortisol.
- Magnesio, que ayuda a calmar el sistema nervioso.
- Triptófano, precursor de la serotonina, la hormona del bienestar.
- Vitamina E, antioxidante que protege contra el daño oxidativo.
- Vitamina B6, vital para el metabolismo de neurotransmisores.
- Grasas saludables, esenciales para la salud cerebral y hormonal.
Una porción de 15 a 30 gramos diarios (aproximadamente 1 a 2 cucharadas soperas), lo que equivale a 90-180 calorías, es suficiente para obtener sus beneficios sin exceder el aporte calórico. Se recomienda consumirlas al natural (sin sal ni aceites añadidos) para potenciar sus efectos. Conclusión: Mantener un cortisol equilibrado es vital para nuestra salud física y emocional. Tanto la nutrición basada en alimentos antiinflamatorios, como las técnicas tradicionales como la acupuntura, ofrecen herramientas naturales y efectivas para lograrlo. Incluir diariamente alimentos como el salmón, las fresas, las nueces y, muy especialmente, las semillas de girasol, puede ser un pequeño gesto con un gran impacto positivo en nuestro bienestar.