“Las alergias ambientales afectan cada año a millones de personas. Desde el polen hasta los ácaros del polvo, estos desencadenantes pueden provocar síntomas molestos que afectan a nuestra calidad de vida. A través de una alimentación adecuada y el apoyo de terapias naturales como la homeopatía, es posible reducir su impacto de forma integral”.

¿Qué son las alergias ambientales?

Imagina un sistema de defensa tan sensible que, en lugar de combatir únicamente amenazas reales, reacciona ante estímulos inocuos como el polen o el polvo. Eso es, en esencia, una alergia ambiental: una respuesta inmunitaria exagerada frente a partículas presentes en nuestro entorno. Estas partículas llamadas alérgenos, están normalmente en el aire, y aunque son inofensivas para la mayoría, provocan en personas susceptibles un verdadero caos físico y emocional.

Esta reacción puede surgir en cualquier momento de la vida y manifestarse de formas diversas: desde un estornudo persistente hasta una grave dificultad respiratoria. La variabilidad es parte de su naturaleza, y también su complejidad.

Causas y desencadenantes habituales:

La principal causa de las alergias ambientales es la hipersensibilidad del sistema inmunológico. Este sistema, siempre alerta, identifica erróneamente una sustancia externa como una amenaza y se defiende mediante la liberación de histamina y otras sustancias inflamatorias.

Entre los desencadenantes más comunes están:

  • Polen de árboles, gramíneas y malezas, especialmente en primavera y otoño.
  • Esporas de moho, que se desarrollan en ambientes húmedos.
  • Ácaros del polvo, habituales en colchones, alfombras y cortinas.
  • Caspa animal, una fuente frecuente de reacciones domésticas.
  • Contaminación ambiental, que puede agravar o incluso inducir síntomas alérgicos.
Estos factores varían según la estación, la ubicación geográfica e incluso los hábitos personales. Vivir cerca de zonas verdes, tener mascotas o mantener espacios cerrados sin ventilación puede incrementar la exposición.

Síntomas frecuentes de las alergias ambientales.

Un cuerpo alérgico es como una orquesta en la que cada instrumento desafina cuando el director, el sistema inmunitario, se sobresalta. Los síntomas más comunes incluyen:

  • Estornudos frecuentes
  • Congestión o secreción nasal
  • Picor y lagrimeo ocular
  • Tos y goteo postnasal
  • Dolor de cabeza y fatiga persistente
  • En algunos casos, dificultad respiratoria o crisis asmáticas
Estos síntomas pueden confundirse con un resfriado, pero mientras el resfriado desaparece en pocos días, la alergia puede permanecer semanas o meses. Una diferencia clave es su estacionalidad y recurrencia.

Diagnóstico: encontrar al culpable.

Para controlar lo que nos afecta, primero hay que identificarlo. El diagnóstico comienza con una revisión detallada de la historia clínica y los síntomas. A menudo, se complementa con:

  • Pruebas cutáneas: pequeñas cantidades de alérgenos se colocan sobre la piel para observar posibles reacciones.
  • Análisis de sangre IgE específica, que mide los niveles de anticuerpos frente a distintos alérgenos.
Estos métodos ayudan a definir con claridad a qué sustancias reacciona el organismo y permiten diseñar una estrategia más personalizada.

La alimentación como aliada del sistema inmune.

Aunque el aire sea el vehículo de los alérgenos, lo que comemos puede modular la respuesta de nuestro sistema inmunológico. Una dieta rica en nutrientes antiinflamatorios, antioxidantes y reguladores inmunes puede marcar la diferencia entre una reacción intensa y una moderada.

Algunos consejos generales incluyen:

  • Frutas y verduras coloridas: especialmente cítricos, bayas, pimiento rojo, col rizada y espinacas, ricos en vitamina C, flavonoides y carotenoides.
  • Ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado azul, las semillas de lino y chía, con propiedades antiinflamatorias.
  • Prebióticos y probióticos, como el ajo, la cebolla, el yogur natural o el kéfir, que ayudan a mantener una microbiota intestinal saludable y equilibrada.
  • Dieta mediterránea, rica en legumbres, cereales integrales, frutas, hortalizas y grasas saludables.
Por el contrario, los alimentos ultraprocesados, cargados de azúcares y grasas saturadas, pueden acentuar la respuesta inflamatoria y empeorar los síntomas alérgicos.

Además, no debe pasarse por alto la reactividad cruzada: ciertas frutas o verduras pueden causar síntomas similares a los del alérgeno ambiental. Por ejemplo, algunas personas alérgicas al polen de abedul también reaccionan al comer manzana o zanahoria cruda. En estos casos, una guía nutricional personalizada es esencial.

Homeopatía: una mirada suave y preventiva.

La homeopatía ofrece un enfoque alternativo y complementario para quienes buscan una forma más suave de afrontar las alergias. Su lógica no se basa en suprimir síntomas, sino en ayudar al organismo a reconocer y tolerar aquello que hoy le resulta molesto.

Entre las cepas homeopáticas más utilizadas para las alergias ambientales se encuentran:

  • Pollens: útil como tratamiento preventivo, para preparar al cuerpo ante la llegada del polen.
  • Sabadilla: indicada en caso de estornudos frecuentes, ojos irritados y secreción nasal fluida.
  • Allium cepa: para secreciones nasales abundantes y picor ocular.
  • Euphrasia officinalis: recomendada para lagrimeo y síntomas oculares predominantes.
  • Apis mellifica: si hay hinchazón, picor y sensación de quemazón.
  • Poumon histamine: como modulador general del terreno alérgico.
Estos remedios pueden usarse tanto de forma preventiva como durante una crisis, siempre observando los síntomas predominantes y adaptando el tratamiento a la evolución del cuadro. También existen cremas calmantes de origen homeopático que ayudan a aliviar las molestias cutáneas asociadas.

Prevención y autocuidado: el arte de vivir mejor.

Además del tratamiento farmacológico o natural, hay una serie de medidas prácticas que pueden mejorar considerablemente la calidad de vida de las personas con alergias ambientales:

  • Cerrar ventanas en épocas de alta polinización.
  • Utilizar filtros HEPA en purificadores y aspiradoras.
  • Lavar ropa de cama con frecuencia.
  • Ducharse tras estar al aire libre para eliminar el polen de la piel y el cabello.
  • Evitar secar la ropa al aire libre durante los días de polen alto.
  • Consultar los niveles diarios de polen y planificar las actividades en consecuencia.
Una visión integradora

Las alergias ambientales nos recuerdan que no estamos aislados del entorno, sino en constante diálogo con él. Nuestra forma de vivir, comer, respirar y tratar nuestros síntomas puede modular esa conversación.

En esta sinfonía biológica donde el sistema inmune desafina, el conocimiento y el autocuidado actúan como directores de orquesta. Una alimentación consciente, un entorno limpio y estrategias terapéuticas suaves como la homeopatía no solo reducen los síntomas, sino que nos reconcilian con nuestro propio cuerpo.

Porque, al fin y al cabo, el objetivo no es simplemente evitar estornudar, sino vivir en armonía con el mundo que nos rodea.

Por Mariano Rodríguez Pastor

M. Rodríguez Dietética Acupuntura es una Web de terapias complementarias, consejos e información, tratamientos naturales, trabajamos para mejorar su salud, disciplinas terapéuticas Acupuntura MTC, Auriculopuntura, Naturopatía, Homeopatía, Iridología, Dietética y Nutrición, las alteraciones tratadas frecuentemente están relacionadas con la patología del dolor, trastornos de tipo nervioso y nutrición.