El auge de una molécula
Hubo un tiempo en que la cetona de frambuesa ocupaba escaparates, titulares y hasta minutos televisivos en horario estelar. Se le atribuían propiedades casi mágicas para perder peso sin esfuerzo, y su éxito comercial fue tan fulgurante como efímero. El motivo: un programa de televisión estadounidense la presentó como la nueva revolución metabólica, empujando a fabricantes de suplementos y distribuidores a inundar el mercado. La base científica era, en el mejor de los casos, precaria. Unos pocos estudios en animales y en tubos de ensayo sugerían que la cetona podía modular procesos como la regulación de la glucosa y los ácidos grasos. Nada de eso era extrapolable a humanos. Aun así, el entusiasmo generalizado se impuso a la prudencia clínica.
El entusiasmo por el producto era tal que muchos acudían a herbolarios esperando soluciones inmediatas para adelgazar.
Qué es realmente la cetona de frambuesa
La cetona es un compuesto fenólico presente en pequeñas cantidades en la frambuesa roja, al que debe su aroma característico. Forma parte del perfil químico de varias frutas, y como tal, participa de su capacidad antioxidante, especialmente cuando actúa sinérgicamente con las vitaminas C y E. En su forma aislada y sintética —la que se emplea en suplementos— suele combinarse con otros ingredientes como mango africano, té verde, cafeína, algas ricas en yodo o guaraná. Esta mezcla busca, en teoría, un efecto lipolítico, termogénico y supresor del apetito. Sin embargo, esa misma combinación es también la responsable de gran parte de sus posibles efectos adversos.Una fórmula no tan inocente
Las cetonas sintéticas comparten estructura química con sustancias estimulantes del sistema nervioso simpático, como la sinefrina. Esto las vincula con una posible activación adrenérgica: aumento de la frecuencia cardíaca, nerviosismo, insomnio, elevación de la presión arterial y, en casos sensibles, taquicardias o arritmias. Ese efecto no es exclusivo de este producto. Recordemos que otros compuestos con fines adelgazantes y similares mecanismos —como la efedra o la sibutramina— fueron retirados del mercado por sus consecuencias cardiovasculares. La diferencia es que mientras aquellos estaban regulados como medicamentos, las cetonas de frambuesa se vendieron masivamente como suplementos alimenticios, esquivando así muchos controles.La caída de un fenómeno
Como suele ocurrir con los productos de moda, el interés mediático cayó tan rápido como subió. Las búsquedas descendieron, los artículos promocionales se desactualizaron y la promesa de pérdida de peso sin sacrificio quedó archivada junto a tantos otros remedios fugaces. No fue necesario esperar a nuevos estudios clínicos para que se desinflara su popularidad: bastó con que no ofreciera resultados sostenibles o espectaculares. El mercado, más sensible a la novedad que a la eficacia, ya tenía otro objetivo en el horizonte.Una estrategia de marketing bien estudiada
El caso de la cetona de frambuesa es un ejemplo claro de cómo funciona el marketing nutricional contemporáneo: se selecciona un principio activo con nombre exótico, se rodea de ingredientes “naturales” y se lanzan mensajes con aparente respaldo científico. Se suman testimonios de famosos, gráficos llamativos y un lenguaje técnico lo suficientemente ambiguo como para parecer veraz, sin serlo. En muchas ocasiones, estos productos no requieren ensayos clínicos serios ni evaluaciones regulatorias exigentes. En Europa, por ejemplo, la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) no ha aprobado ninguna declaración de propiedades saludables para las cetonas de frambuesa. En Estados Unidos, la FDA tampoco ha otorgado reconocimiento como sustancia segura o eficaz para el control del peso. La falta de autorizaciones, sin embargo, no ha impedido su comercialización.Una cuestión de responsabilidad
El Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK) recomienda encarecidamente consultar con un profesional sanitario antes de tomar cualquier suplemento para adelgazar, por muy natural que parezca. Esta advertencia cobra especial relevancia cuando el producto en cuestión contiene estimulantes potenciales.Reflexión final
No sé si existen los milagros, pero de existir, estarían dirigidos a algo más serio que suplir la voluntad y el espíritu de sacrificio que conlleva una cura de adelgazamiento. Una dieta saludable, combinada con ejercicio físico regular y supervisión profesional, sigue siendo el único camino con garantías para revitalizar el metabolismo sin necesidad de inventos, artificios o placebos revestidos de ciencia.
✍️ ¿Quién no recuerda la “crisis periférica” (2010–2016)? No fue la primera que llevaba a cuestas, pero sí una de las más duras: marcó prácticamente la desaparición de la clase media. Pasé de no tener tiempo a tener todo el del mundo. Sabía, como en otras ocasiones, que era cuestión de tiempo. Mi experiencia profesional me daba esa serenidad.
Aproveché ese periodo para transcribir artículos que había escrito años atrás con mi vieja Olivetti, los fotocopiaba en la copistería del barrio y los dejaba en la sala de espera, para quien quisiera leerlos o llevárselos.
A finales de 2012 empecé a publicarlos en mi blog. Hoy los recupero con respeto, como testimonio de una época y de un camino recorrido, revisados y actualizados 2025 en la categoría “Mis primeros artículos”.