Padre con expresión triste durante una comida familiar al aire libre, mientras su esposa le acaricia la barbilla con ternura.

¿Por qué me siento agotado si no tengo grandes problemas?

Esta pregunta, tan común y tan difícil de responder, esconde una realidad que muchos atraviesan en silencio: el desgaste mental profundo que se acumula poco a poco, hasta que un día no puedes más. Este artículo recoge la voz de la experiencia y la complementa con claves actuales para comprender el agotamiento psicológico y aprender a escucharse.

La factura del esfuerzo sostenido

¿Cuántas veces hemos oído decir: “Ahora que podría estar bien, me siento peor que nunca”? Personas fuertes, responsables, que han cuidado de otros, que han trabajado sin descanso durante años… y que, al llegar a una etapa aparentemente tranquila, notan que algo no encaja. El cuerpo descansa, pero la mente no.

Aparecen síntomas confusos: dificultad para dormir o despertares frecuentes, desgana general, problemas de concentración, sensación de ahogo o necesidad de suspirar. La vida cotidiana pesa. Las tareas mínimas se convierten en un mundo. Y uno empieza a olvidarse de sí mismo.

Hombre de mediana edad con expresión de agotamiento, bajo una nube gris y rodeado de pensamientos negativos.

A veces, el mayor cansancio no se ve desde fuera. Es una nube constante sobre la mente, hecha de pensamientos que no se detienen.

¿Qué es el agotamiento psicológico?

El agotamiento psicológico no es una debilidad ni un capricho emocional. Es el resultado de una sobrecarga mantenida: demasiadas tareas, demasiadas decisiones, demasiadas preocupaciones… y, al mismo tiempo, muy poco descanso, poco espacio personal, poco margen para equivocarse.

Este desgaste puede parecerse a la ansiedad, la depresión o el insomnio, pero tiene su propia entidad. Surge cuando el sistema de alerta interna —que todos tenemos— se queda sin reservas. Y entonces, aunque aparentemente todo esté bien, nada lo está.

¿Cómo se manifiesta?

El cansancio mental no aparece de golpe, sino que se acumula en forma de pequeñas señales que a menudo ignoramos:

  • Alteraciones del sueño: despertares nocturnos, insomnio o sensación de no haber descansado nada.
  • Desconexión emocional: falta de ilusión, tendencia al aislamiento, irritabilidad sin motivo aparente.
  • Síntomas físicos: opresión en el pecho, nudos en el estómago, palpitaciones, trastornos digestivos.
  • Confusión y pérdida de memoria: te cuesta recordar cosas sencillas, mezclas nombres, te desorientas.
Como dato interesante, el neurocientífico Matthew Walker demostró que una mente agotada percibe la realidad de forma más negativa y es más vulnerable emocionalmente.

Muchos “demasiados” y pocos “suficientes”

El agotamiento suele llegar cuando confluyen muchos factores a la vez. Lo que tú llamas rutina, puede ser en realidad una exigencia constante: el trabajo, la familia, la casa, los cuidados, la presión por hacerlo todo bien… Y a veces, esa gota extra —un pequeño imprevisto— hace que el vaso rebose.

Es lo que ocurre cuando uno intenta sostener demasiadas cargas sin descanso. Y aunque todo parezca estar bajo control, por dentro el sistema se tambalea.

¿Qué hacer cuando todo pesa?

No hay recetas mágicas, pero sí caminos posibles. El primero, siempre, es reconocer lo que ocurre. Aceptar que ese agotamiento es real, válido, y que no necesitas justificarlo. Después, dar algunos pasos pequeños, pero firmes:

Date permiso para desconectar

Una hora al día sin ruido, sin pantallas, sin nadie. Solo estar, respirar, dejar que el cuerpo y la mente se relajen.

Aprende a priorizar

No todo es urgente ni igual de importante. Identifica qué merece realmente tu energía. Lo demás, puede esperar.

Reduce la autoexigencia

No necesitas rendir siempre al 100%. Está bien no ser perfecto. A veces, basta con sobrevivir al día sin culpa.

El papel de las terapias complementarias

Existen tratamientos farmacológicos para la ansiedad, la depresión o el insomnio. Pero también hay enfoques naturales y complementarios que pueden ayudarte a recuperar el equilibrio: técnicas de respiración, ejercicio suave, fitoterapia… y por supuesto, acupuntura, que actúa sobre el sistema nervioso, favorece el descanso y ayuda a restaurar la energía vital sin efectos secundarios.

Para terminar: una idea que alivia

Decía Eric Hoffer que “el peor cansancio es el del trabajo no realizado”. A veces nos agotamos no por hacer demasiado, sino por no poder hacer lo que deseamos. Por sentirnos atrapados entre obligaciones y deseos. Por tener la taza siempre llena… y seguir queriendo sostenerla sin derramar nada.

Reconocer el cansancio no es rendirse. Es empezar a cuidarse. Es decirle al cuerpo y a la mente: “Te veo. Te escucho. Vamos a parar un poco, que lo estás haciendo lo mejor que puedes”.

✍️ ¿Quién no recuerda la “crisis periférica” (2010–2016)? No fue la primera que llevaba a cuestas, pero sí una de las más duras: marcó prácticamente la desaparición de la clase media. Pasé de no tener tiempo a tener todo el del mundo. Sabía, como en otras ocasiones, que era cuestión de tiempo. Mi experiencia profesional me daba esa serenidad.
Aproveché ese periodo para transcribir artículos que había escrito años atrás con mi vieja Olivetti, los fotocopiaba en la copistería del barrio y los dejaba en la sala de espera, para quien quisiera leerlos o llevárselos.
A finales de 2012 empecé a publicarlos en mi blog. Hoy los recupero con respeto, como testimonio de una época y de un camino recorrido, revisados y actualizados 2025 en la categoría “Mis primeros artículos”.

Por Mariano Rodríguez Pastor

M. Rodríguez Dietética Acupuntura es una Web de terapias complementarias, consejos e información, Acupuntura MTC, Auriculopuntura, Naturopatía, Homeopatía, Dietética y Nutrición.